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Soy un yonki zen
Y tú también deberías serlo
Hoy quiero hablarte de algo que puede cambiar tu vida.
No, no es un clickbait.
Lo digo porque a mí al menos me la cambió.
Al principio de la cuarentena, por el bichito de las narices, estaba ahogado en la ansiedad.
La inestabilidad mental que tenía en ese momento era preocupante, y tanto tiempo muerto no ayudaba.
Así que tomé esa decisión que mucha gente alguna vez se plantea, pero que, seamos sinceros, nadie acaba de practicar de verdad.
Sí, amigo.
Empecé a meditar.
Para mi actitud obsesiva, ambiciosa, culo inquieta, sentarme 10 minutos para concentrarme en la respiración y relajarme era una idea terrorífica.
“Estoy perdiendo el puto tiempo!” - Me decía en mis adentros, sentado en el suelo frío, con pose de una budista zen y el entrecejo tensado.
Pero sabía en mis adentros, que de alguna manera eso me estaba ayudando.
Y joder si me ayudó.
Han pasado 3 o 4 años, y sigo meditando cada puto día.
Porque la meditación no solo me ayudó a eliminar totalmente mi ansiedad.
Esa práctica hippie de miembro de secta me ayudó en todos los sentidos.
Y cuando digo en todos, me refiero en todos: mejoró mi atención, mejoró mi confianza, mejoró mi autoestiman, mejoró mi energía, mejoró mi productividad, mejoró mi resiliencia, mejoró mi… joder, ¿Qué no mejoró?
Y cuanto más profundo meditaba, más mejoraba en todo eso.
Me convertí en un yonki zen.
Empecé a indagar más en esta nueva droga de la que era fiel consumidor, y me enteré de que eso sucede porque la meditación, de alguna manera, te hace más CONSCIENTE.
Y simplemente, cuando eres más consciente de las cosas, tomas mejores decisiones, y las cosas te van mejor.
Y que de hecho, cuando las cosas te van como el culo, es porque eres INCONSCIENTE. O como diría yo, que estás viviendo como un zombi de The Walking Dead.
Ya hablaré más sobre esto porque es muy potente cuando se trata de llevar tu vida al siguiente nivel, pero ya está por hoy.
Mañana es domingo, así que se viene email especial.