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Solo sabiendo lo que te contaré en este email tu vida va a tomar un nuevo rumbo

La lección de un barco, un pirata y un liante

Solo sabiendo lo que te contaré en este email tu vida va a tomar un nuevo rumbo.

Parece una tontería, pero la mayoría de gente no lo hace.

La misma mayoría que no logra lo que se propone.

Hace tiempo fui a un museo marítimo.

Ya sabes, un museo de barcos, cuerdas, timones, mapas, catalejos y cosas de la vida pirata la vida mejor.

El guía del museo, que tenía pinta de verdadero pirata, nos iba dando la chapa de todo lo que veíamos por el museo.

En uno de los muchos barcos, barquitos y barcones que vimos, se paró y se puso serio.

Ese parecía ser especial para él, aunque, de hecho, me pareció más feo que los demás.

Se puso a contar una historia sobre ese barco, y sí, se notaba que le encantaba la dichosa historia.

Iba del joven que construyó ese barco con su padre.

El joven, una vez lo terminó, quiso ir directo al mar a probarlo.

El joven no tenía mucha experiencia navegando, pero las ansias le podían.

Su padre, con una gran barba blanca y una piel rojiza, le dijo al muchacho que antes de ponerse a navegar tuviera muy claro la dirección exacta donde quería ir.

Como se ve venir en la historieta, el chaval no le hizo ni puto caso, y se puso al mar con dos cojones. Sin dirección ni vergüenza.

Era un barquito de vela, y con esa vela se impulsaba con el viento.

El liante del joven se puso mar adentro (sin una clara dirección de dónde ir). Y en un abrir y cerrar de ojos, estaba en el medio del mar, sin tierra a la vista.

Vaya crack el chavalín. Se pasó como 3 días en alta mar, perdido, hasta que logró volver.

La mejor parte de la historia habría sido la gran bronca del papá pirata, pero esa parte no estaba, según el guía.

Vale. Quieto parao. Aquí hay una lección de oro.

No puedes ir per la vida sin esa dirección concreta.

Si no, te metes en alta mar, el barco se deja llevar por el viento, y te pierdes. Es que no tiene misterio, es lógico.

Pero cuando sabes exacatamente dónde quieres ir, pues ya, pan comido.

Marcas la dirección, diriges la vela a favor del viento en ese rumbo, y vas.

Y esto que parece taaaan obvio, no es taaaan obvio como parece.

Porque nos gusta “ir tirando”, “ir haciendo”, y olvidamos que sin esa dirección del papá pirata, no iremos a ningún lugar.