Me siento un idiota

Evita el error que he cometido

Ahora, justo antes de ponerme a escribir este email, se me ha caído el café sobre la mesa del escritorio.

Lo primero que he hecho ha sido cagarme en todo lo cagable.

Lo segundo que he hecho es sentirme un idiota por quejarme de algo que YA está hecho.

Lo tercero que he hecho ha sido decidir que voy a hablar sobre esto en el email de hoy.

Si eres un humano de carne y huesos, como los que te encuentras por la calle o en el bar, seguro que te quejas con facilidad de las cosas que te joden.

Yo soy el primero, aunque ahora lo llevo mucho mejor que antes.

Quejarse está sienta bien. Es natural. Te desahogas. Sacas tu mierda.

Pero que siente bien no significa que sea bueno para ti.

Spoiler: no es bueno para ti.

Y no me vengas con los argumentos que acabo de dar: “quejarse es natural” o “quejarse te ayuda a desahogarte”.

Ya. Ese es el problema.

Para empezar, ¿por qué te quejas? ¿De verdad vas a dejar que te afecte tanto eso?

Me da igual si no logras cumplir objetivos, no consigues atraer a la mina que te gusta o no puedes hacer esa repetición más que necesitas para progresar en el gym.

Quejándote no cambiarás nada. NADA.

De hecho, estás perdiendo energía.

Sí, sí. Quejarse cansa. Consume bastante.

Sabiendo esto, la conclusión es clara.

Si quejándome no cambio nada, y además pierdo energía…

Coño, mejor no me quejo.

Piensa en James Bond. ¿Cómo reacciona cuando las cosas no le salen como quiere?

No se queja en absoluto. Ni se inmuta. De hecho, muchas veces se lo toma con humor.

Esa es la definición de poder chico:

Controlar tus emociones. No dejarse influir. No quejarse.

Entonces cuando se te caiga el café sobre la mesa, no vas a maldecir a Dios.

Por el contrario, gestionarás tu temperamento, harás una media sonrisa y te pondrás a limpiar el desastre al momento.