Lo que un colega, un río y una cascada me enseñaron sobre el miedo

Si entiendes esto tu vida dará un giro de 180 grados

Si entiendes esto tu vida dará un giro de 180 grados.

Para bien.

Para muy bien.

Un verano fui con mis amigos a un pueblo perdido de Aragón.

Ese pueblo tenía un río espectacular y una pequeña cascada desde donde se podía saltar.

Cuando llegamos nos dimos cuenta de que esa pequeña cascada no era tan pequeña como se dice.

Y nos dimos cuenta de eso una vez estábamos encima de ella dispuestos a saltar.

“Esto está muy alto” - dije cagado de miedo.

“Ya ves tío. Muy alto” - contestó mi amigo calmado.

Acto seguido el cabrón saltó sin miramientos.

“Que hijoputa. ¿No tenía miedo este tío?” - pensé con impotencia.

Mi colega volvió a subir la cascada y me encontró allí de nuevo, sin haber saltado.

“Tío tirate ya!” - me dijo.

“Me da miedo” - contesté decepcionado.

“Pues salta con miedo” - me contestó. Y el chaval volvió a saltar.

No me lo podía creer. Cómo podía decir eso tan pancho.

Pero entendí su mensaje.

Una lección que no solo sirve para saltar desde la altura hacia el agua fría, sino que se aplica a todo en la vida.

Y salté como un palo tenso directo al agua.