La realidad incómoda del desarrollo personal

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A lo mejor piensas que el desarrollo personal es la hostia.

A lo mejor piensas que el desarrollo personal es la “buena vida”.

Pues no. Claro que no.

Si fuera la “buena vida” todo el mundo lo haría. Y no lo hace todo el mundo.

Cuando empecé a aprender de desarrollo personal estaba entusiasmado.

Aprendía un montón de conceptos y hábitos, y lo aplicaba todo.

Mis días se basaban en aprender sobre el tema y a practicar mis hábitos sagrados.

Hasta aquí bien.

Pero luego mal.

Luego mal porque después de mucho, mucho tiempo con esta “buena vida” me di cuenta de la realidad.

El desarrollo personal es jodidamente aburrido.

Sí, ya lo he dicho.

Es muy aburrido. Porque el desarrollo personal son hábitos y rutina.

Rutina y hábitos.

Cada día lo mismo.

Nada apasionante, nada nuevo. Una y otra vez lo mismo.

Día sí y día también.

Pero eh, espera. Pera.

No te digo esto para que te desanimes, que va.

Te digo esto para que no te la metas como yo me la metí.

El desarrollo personal es esencial si quieres cambiar tu vida, okay.

Pero no creas que este proceso es mágico y entretenido. Borra esas expectativas.

Es un camino lleno de barro, tedioso, cansino, duro, aburrido y repetitivo.

Asúmelo, asume que si quieres cosas guays para tu vida, antes tendrás que hacer cosas no guays. Es así de simple.

Y una vez lo aceptes y lo entiendas, ya no tendrás expectativas, y andarás el camino con paciencia y estoicismo.