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Eres un cobarde
Pero puedes cambiar
Cuando le digo a la gente que solía ser muy inseguro se piensan que estoy de cachondeo.
Se me hace raro tener que poner cara de pocos amigos, solo para que el ingenuo inocente que está riendo mi supuesta broma entienda que estoy hablando en serio.
A día de hoy, el momento más desarrollado de occidente, la confianza es un bien escaso.
La mayoría de mierda que consumes en dosis (y sobre dosis) diarias, son verdaderos chupadores de confianza.
Sobre todo el Instagram y el TikTok de los cojones. Por cierto, sígueme por ahí (en otro mail ya hablaré de mi hipocresía).
Y cuando hablo de confianza, no hablo de la “típica” confianza mainstream de la autoayuda y esas movidas.
Hablo de CON-FI-AN-ZA.
De tener los cojones para hacer lo que te dé la puta gana y ser quién realmente eres.
Oh sí, porque tú no eres quien realmente eres, qué va. Quien realmente eres, es tu versión con 12 chutes de confianza en sangre. Ahí es cuando realmente eres 100% tú.
Y esta confianza no es fácil de cultivar.
Especialmente cuando la sociedad promueve día y noche el gilipollismo, la debilidad y el lloriqueo.
Y es que la única forma de tener confianza real en ti mismo es destrozando a tu ego.
O dicho de otra forma:
Hacer todo lo contrario que te pide tu ego.
Cuando tu ego te diga que no empieces ese proyecto porque da mucho miedo, pues lo empiezas.
Cuando te comunique que no eres capaz de hablar con esa persona que te hace tilín, que mejor la dejes ir, pues te plantas delante y lo haces.
Cuando te diga que te comas esa pizza, que sí, que estás a dieta, pero solo es hoy, pues lo mandas a tomar por culo y te haces una ensalada de tubérculos súper sana con sabor a césped.
¿Pillas la idea?
La confianza se gana cuando le demuestras a tu ego que tú tienes el control, y no él. Que haces lo que te apetece, independientemente del miedo, vergüenza, incomodidad o frustración que sientes.
Eso es la confianza real.
Y se consigue manchándote la camisa.