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El éxito es como una ardilla escurridiza
Si la persigues, ella se escapa
La vida no está hecha para que las cosas te vayan bien.
Está hecha para putearte. Una y otra vez. Sin piedad.
Una de estas grandes putadas es la paradoja del éxito. Una paradoja que se explica muy bien con esta frase:
“El éxito le llega al que está demasiado ocupado como para pensar en él”
Bueno, no sé si era exactamente así, pero se pilla la idea.
Todo el mundo quiere éxito. Es como si al lograr ese éxito, la vida termina. El fin último.
Todo el mundo lo quiere, pero pocos saben qué es el éxito. Pero hoy no voy a hablar de lo que es, no quiero deprimirte.
Hoy te quiero decir, directamente, sin tapujos, que el éxito se alcanza tal y como dice la frase anterior:
“…Le llega al que está demasiado ocupado como para pensar en él”
No hay mucho más que decir.
Por eso es una paradoja. El éxito no se busca, no se persigue. El éxito no es el pico de una montaña al que tienes que llegar escalando, sufriendo, sudando la camiseta,…
El éxito es una ardilla escurridiza, muy cabrona, que por mucho que persigas, no podrás alcanzar.
¿Cómo atrapas a la ardilla?
Con estrategia.
Primero entiendes que no puedes perseguir a la ardilla.
Después estudias el comportamiento de la ardilla.
Finalmente creas la trampa perfecta para atraerla.