El Secreto del Camino de los Listos

En el email de ayer hablé del camino de los tontos y el camino de los listos.

Pero no profundicé en las diferencias entre un camino o el otro.

Quiero que sepas cuál es la diferencia, pero no te intentaré convencer de nada.

De hecho, cuantos menos seamos en el camino de los listos, mucho mejor.

La diferencia es clara, aunque tardé en darme cuenta.

Como explicaba en la historia de ayer, ese tío con esa sonrisa sospechosa me reveló ese otro camino.

Empecé a andar por él, y no acababa de entender qué pasaba en ese camino.

Había muy poca gente, iba andando, no corriendo y mostraban una sonrisa.

Yo estaba acostumbrado a correr, pero al ver el panorama también iba caminando, como el resto.

No entendía nada de ese nuevo camino así que paré a uno de esos pillaos sonrientes cuando pasó por mi lado.

“Oye, oye, un segundo. ¿Qué pasa en este camino?” - le pregunté alterado.

“¿Qué pasa en este camino? Hahaha. - se rio el desgraciado.

“Señor, no me estoy riendo, voy en serio. ¿Por qué estáis todos como drogados en este camino? - le pregunté a la defensiva.

“HAHAHA. Estamos tranquilos, no drogados. Estamos en control de nosotros mismos” - me dijo más calmado que una lagartija tomando el sol.

“Vaaaleee… está bien estar tranquilo, ¿pero cuál es el objetivo de este camino?, ¿por qué vais tan calmados? - pregunté.

“Hahaha, no no, aquí no perseguimos ningún objetivo, aquí el objetivo nos persigue a nosotros” - me contestó el chaval como si nada.

De golpe lo entendí todo. Por eso iban tan calmados, tranquilos, sonrientes y confiados.

Su mentalidad era totalmente opuesta a la del camino de los tontos.

En el camino de los tontos todo el mundo persigue el objetivo, corriendo, cabreados, ansiosos, carentes.

En el camino de los listos no persiguen el objetivo. Avanzan, pero no para llegar al objetivo, si no para mejorarse a sí mismos. Después el objetivo les perseguía a ellos.

“Vaya fumada” - pensé en voz alta delante del tipo sonriente.

“¿Has fumado? - me dijo el tio sin dejar de sonreir.

“No, no. Hahaha. Es que esto es la hostia” - le respondí.

“Sí, mola vivir así. A ver cuánto duras” - me soltó de golpe.

“¿Cómo dices…?